Durante toda la semana, la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) se sumará al paro convocado por la Conadu Histórica, en reclamo de mejoras salariales y de mayor presupuesto. La medida, que suspende clases y actividades, se replica en 57 casas de estudios nacionales y coincide con una protesta del personal no docente, lo que mantiene a varias sedes cerradas.
El lema central —“basta de salarios de pobreza; aumento del presupuesto educativo; en defensa de la universidad pública”— se repite en carteles, redes sociales y conversaciones. En la mañana de ayer, un ruidazo frente a la Escuela de Bellas Artes dio inicio a las actividades de la semana de paro. También habrá volanteadas en la Quinta Agronómica, clases públicas, y lecturas en Filosofía y Letras. El miércoles 13 de agosto, los reclamos se trasladarán a la Plaza Independencia: desde las 10, se dictarán clases abiertas; a las 17, se realizará una merienda popular, y a las 18, una movilización con antorchas. Todas estas iniciativas buscan visibilizar un conflicto que, según los gremios, amenaza el funcionamiento de la educación superior.
En las aulas vacías, los grupos de WhatsApp de cada carrera se llenan de debates. Algunos estudiantes acompañan la medida de fuerza y participan de las actividades. Otros, en cambio, están preocupados por la pérdida de clases y expresan que la suspensión de actividades académicas los perjudica.
Una semana de paro que se siente en cada pasillo universitario
En la Facultad de Filosofía y Letras, Joaquín Díaz Santilli (21), estudiante de Ciencias de la Comunicación, reflexiona sobre el tema de esta manera: “me parece que el paro es completamente justo porque este Gobierno viene ajustando y desfinanciando la educación pública. El salario docente es de pobreza y eso hace que muchos profesores se vayan, como ya pasó en Comunicación Visual Gráfica y en Trabajo Social. También sé que la docencia se sostiene por vocación, pero eso no alcanza. Por otro lado, como estudiante, sí nos afecta. No recibimos clases ni contenido. No es cuestión de enfrentar a estudiantes y docentes, sino de generar unidad. El desafío es que todos podamos entender que con sueldos de miseria no se puede trabajar y, si no se resuelve, no vamos a tener clases normales de nuevo”.
En Psicología, Federico Luna (25) cree que la protesta podría sostenerse de otra manera: “faltan mecanismos que no impliquen suspender todas las clases. Los que estamos en los últimos años sentimos que el tiempo se nos acorta demasiado”.
En Odontología, Mariana Ferreyra (24) confiesa que no sigue de cerca la discusión gremial. “Nunca me afectaron muchos paros, así que me sorprende todo este debate. No sé si comparto que se pierda una semana entera, pero entiendo que para otros sea importante”, evalúa.
Carreras masivas y especializadas muestran realidades diferentes
En Derecho y Ciencias Sociales, Martina Ávila (23) no duda en apoyar: “si no defendemos la universidad pública, la perdemos. El paro es una forma de que la sociedad vea lo que pasa”.
En Medicina, Luciano Pérez (27) respalda el reclamo, pero advierte sobre el impacto: “cada clase es clave. Si no se reprograma bien, vamos a arrastrar este bache todo el cuatrimestre”.
En Ciencias Naturales, Sofía Acosta (22) señala que recuperar las clases no siempre es simple: “en nuestra facultad hay contenidos que, si se pierden, no se pueden retomar de la misma forma. No es como leer un apunte en casa, hay procesos que se cortan”.
En Bioquímica, Romina Aguilar (20) resume el dilema: “quiero que los docentes tengan mejores salarios, pero también quiero avanzar en mi carrera sin tantas interrupciones”.
Voces que piden unidad entre docentes y alumnos
En la Facultad de Artes, Valentina Chaves (18) vive su primer año con sensaciones encontradas: “pensé que iba a tener un ritmo más estable. Entre paros y actividades parciales, me cuesta adaptarme. Igualmente me gusta que la universidad se mueva y defienda lo suyo”.
En Arquitectura, Samira Molina (27) defiende la medida sin reservas: “si no hay presupuesto, no hay buenos profesores, no hay talleres ni insumos. Eso pega directo en la calidad de lo que hacemos”.
En Educación Física, Germán Torres (23) apunta que la pérdida de clases prácticas se siente más: “no es lo mismo que falte una teórica. Aun así, si el reclamo es justo, hay que bancar”.
La protesta como espejo de la crisis universitaria
En Agronomía y Zootecnia, Tomás Ibarra (28) subraya que lo que está en juego no es solo la vida universitaria. "Sin financiamiento, la investigación agropecuaria se frena y eso repercute en la producción del país. La universidad no es una burbuja”, refiere.
La secretaria general de Adiunt, Anahí Rodríguez, advirtió a LG Play que el Gobierno nacional lleva adelante una política que pone en riesgo la educación pública. Mientras tanto, la semana avanza con actividades en plazas, volantes y radios abiertas, y con una sensación de incertidumbre sobre lo que pasará después.
En cada facultad, los pasillos y grupos de estudiantes muestran que, más allá de las diferencias, todos reconocen que la discusión por el financiamiento universitario está lejos de resolverse.
La UTN y la mirada de quienes inician el cuatrimestre después
En la Universidad Tecnológica Nacional-Facultad Regional Tucumán (UTN-FRT), el impacto es distinto porque el segundo cuatrimestre empieza durante la próxima semana. Facundo Saavedra Corbalán (26), de Ingeniería Eléctrica, lo explica: “apoyo el reclamo de los docentes. Algunos viven de esto y nos dicen que el salario es bajo. Otros tienen otro trabajo y no están tan de acuerdo con parar. Me parece bien que lo hagan esta semana porque así no se interrumpe el inicio de clases. Pero cuando hay paros seguidos sí afecta, porque después hay que dar el programa en menos tiempo”.
En Ingeniería Civil, Diego Villagra (24) opina que el paro es una respuesta legítima, pero cree que debería acompañarse de instancias de negociación más rápidas: “si no hay diálogo, la situación se estanca y el desgaste es para todos”.